La psicodinámica del Amor en el Hacer Alma.

Partiremos con Eros, Amor, aquella fuerza que genera vida y da sentido de unión y continuidad, aspecto que apunta y vincula lo humano con la belleza de lo desconocido, profundo y mortal en cada ser vivo y cosa existente. Su función viene conectada con Psique o Alma (Apuleyo, 2019).

“El eros y la psique no son meros personajes de un cuento, no son simplemente configuraciones de componentes arquetípicos, sino que son los dos extremos de todo proceso psíquico. Se implican y se requieren mutuamente. No podemos ver nada psicológicamente sin vincularnos al eros. No podemos vincularnos a nada si el eros no penetra en nuestra alma. Cuando experimentamos un suceso psicológicamente, tendemos a sentirnos en conexión con él. En el sentimiento y en el deseo es donde nos damos cuenta de la importancia de algo para el alma.” (Villalobos, 2004, p.58)

Es interesante encontrar aquí como el amor y el alma son los dos aspectos principales  de todo proceso psíquico, ya que este tiene que ver precisamente con algo que va surgiendo como un llamado en forma de dolor anímico, heridas del alma y síntomas. La angustia, la depresión y la ansiedad, por ejemplo, son en el fondo manifestaciones de este proceso psíquico, radicando sus causas por lo tanto en sucesos psicológicos, es decir, en aquello que se hizo o se esta haciendo en el sentimiento y el deseo.

Toda emergencia de un proceso psíquico, como crisis emocional y psicológica, tiene que ver con la mítica herida que surge de la separación de alma y amor. El enfermar psíquicamente en este sentido tiene que ver con heridas que se han formado a partir de situaciones complejas, donde las más graves indican el abandono, el rechazo, la perdida, el mal trato y los abusos. Estas heridas o complejos emocionalmente acentuados, que llegan a adquirir un carácter altamente destructivo, apuntan a un aspecto de humanidad que se escapa al control o previsión conscientes, ya que su germen viene de lo confuso y caótico primordial de todas las cosas. Es por esto que el proceso psíquico viene dado para ser atravesado por todas y todos los seres humanos, ya que es justamente lo que nos moviliza anímica y sentimentalmente, en sentido de la búsqueda de alivio, soporte, solución, comprensión, entendimiento, valor y transformación. Sin el sentimiento profundo de esta herida, no hay movimiento psíquico. Pedraza (2003) lo expone así:

“El inconsciente fomenta complots -algo en lo cual caemos, por así decirlo, sin
darnos cuenta- que generalmente se refiere al mundo externo, al mundo que
nos rodea: un lío con nuestra pareja, una dificultad en el trabajo, un problema
con el profesor o una situación crítica que nos amenaza de cierta manera. En
este caso, los verdaderos autores del complot inconsciente son Eros y Psique,
pero el complot provee el tema y la energía para que surja un nuevo nivel de
conciencia y una nueva visión vital” p.43

Alcanzar esta nueva visión vital pasa por atravesar lo confuso y sombrío en la relación con uno mismo, los otros y el mundo, es ahondar en las peculiaridades de las emociones, los sentimientos, las relaciones y las creencias de tal manera que  efectivamente se pueda experimentar un cambio o transformación a nivel psíquico y mental. Este proceso no es simple ni inmediato, pero tampoco es un proceder solamente espontáneo o a la ligera, conlleva un método que no es predeterminado para ser “aplicado” a todas y todos por igual; no tiene que ver netamente con el “mercado de las herramientas terapéuticas”, lo que no quiere decir que no se pueda trabajar con  iniciativas y recursos complementarios.

Cuando el agente de cambio es puesto de lleno e indiscriminadamente sobre la voluntad operativa de poder, desde la lógica de “querer es poder” o “sin miedo al éxito” por ejemplo, se reduce el abordaje de lo que es delicado y difícil de desentrañar y restablecer en términos de vínculo, de manera tal que quien consulta queda con una presión y responsabilidad mayor a lo que le corresponde o realmente puede lograr. A mi consulta han llegado pacientes que han intentado una solución a sus problemas emocionales solo desde perspectivas muy funcionalistas desde una lógica utilitaria y mercantil, encontrándose al final en el mismo punto de confusión o más perdidos que antes.

El proceso de hacer alma (Hillman, 1999), es algo que se puede vivir y evidenciar desde una psicología y psicoterapia profunda. Este proceso no tiene que ver con un sentarse a conversar de temas de la vida en abstracto, con frialdad pensante y “sin cuerpo”; tampoco tiene que ver con el afán en la aplicación de instructivos y técnicas para el mejoramiento y solución de conflictos de modo mecánicamente práctico. Lo que le da sustento, soporte y significado a la psicoterapia profunda, incluso en un sentido lógicamente práctico para la vida, se corresponde más bien con una experiencia de transformación psíquica a través de la relación terapéutica, donde los asistentes a consulta son tocados anímicamente y cognitivamente en la medida en que se develan y  desentrampan los núcleos de conflicto, las contradicciones y lo propio impulsivo, repetitivo, indómito y vulnerable que subyace en el fondo de la propia historia individual y colectiva. Gracias al eros, al deseo sentido, el alma aquí más que sustancia es una perspectiva, una forma de aproximación y tratamiento con el dolor psíquico, un medio para la reflexión y el ahondamiento en lo propio de la herida y lo psicopatológico, sin promesas falsas ni pretensiones ingenuas de cambios fáciles y rápidos.

Así pues, concluimos con una cita de Hillman (1999) respecto a esta idea tan necesaria, oportuna y “corpórea” en el sentido y constancia del trabajo psicológico y psicoterapéutico:

“En primer lugar, “alma” hace referencia a la transformación, y por
ahondamiento, de los acontecimientos en experiencias; en segundo lugar, la
significación que el alma hace posible, tanto en lo que atañe al amor como en la
inquietud religiosa, procede de su especial relación con la muerte. Y en tercer
lugar, por “alma” quiero dar a entender las posibilidades de imaginación
presente en nuestra naturaleza, la experiencia a través de la especulación
reflexiva, el sueño, la imagen y la fantasía, esa modalidad que reconoce toda
realidad como primordialmente simbólica o metafórica.” (p.40)

Aquí, y para el desarrollo de este pequeño escrito, he tomado una pizca de cada autor, con tal de exponerle al lector, lo que desde mi ejercer y alcance he podido constatar respecto a lo que es, junto a muchos otros aspectos, el proceso psíquico, psicológico y psicoterápico con gran diversidad de adultos, de distintas edades, géneros, nacionalidades, culturas y estratos socioeconómicos.

“El problema del amor pertenece a los grandes padecimientos de la humanidad, y
nadie debería avergonzarse del hecho de tener que pagar su tributo” (Jung, 2011, p.16)

“Ciertamente el Eros está siempre y en todos lados, ciertamente [también] el instinto de poder atraviesa lo más alto y profundo del alma; pero el alma no es únicamente una cosa u otra o, si se quiere, ambas, sino también aquello que ha hecho y que hará de ello (…) La vida tiene también un mañana, y el hoy solamente se comprende cuando a nuestro conocimiento de lo que había ayer podemos agregar las piezas del mañana. Esto vale para todas las exteriorizaciones psicológicas de la vida, incluso para los síntomas patológicos. Los síntomas (…) no son solamente consecuencias de causas que existieron alguna vez, ya sea la “sexualidad infantil”, ya el “instinto de poder infantil”, sino que también son intentos por lograr una nueva síntesis de la vida, a lo que hay que añadir de inmediato: intentos fallidos, aunque siguen siendo intentos, con un núcleo de valor y sentido.” (Jung, 2011, p.32,33)

Referentes bibliográficos:

  • Apuleyo. (2019) Amor y Psique. Girona: Atalanta.
  • Villalobos M. (2004) A puntadas. Cuaderno de Mitología Griega y Mitología
    Arquetipal. Comala: Caracas.
  • Pedraza López-Pedraza. (2003) De Eros y Psique. Festina Lente: Caraca.
  • Hillman J. (1999) Re-imaginar la Psicología. Ed Siruela: Madrid.
  • Jung C.G. (2011) Sobre el Amor. Mínima Trotta: Madrid.

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